El escritor de la carta a los Hebreos dice que “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1). Así que tenemos una carrera. Se nos indica a correr con perseverancia, o como dice la RV60 “con paciencia”. La palabra “carrera” hace referencia a una competencia en la cual el que compite lo hace con denuedo y perseverancia, pero con un objetivo. Para lograr ese objetivo el que compite debe fijar su mente en algo. Ese algo es el premio que se encuentra al llegar a la meta.
Los que estamos corriendo la carrera de la fe, debemos también correr con denuedo y perseverancia puestos los ojos en Jesús (Hebreos 12:2). Jesús es nuestro objetivo y ejemplo de vida. Él es el campeón que tenemos como modelo a seguir, si queremos ganar la victoria.
Nuestro objetivo al fijar nuestra mirada en Jesucristo, se cumple cuando lleguemos a tener en nosotros “la plenitud de Cristo” Efesios 4:13. En Romanos 8:29, se dice “hechos conforme a la imagen de su hijo”. Esto es, cuando llegamos a ser como Cristo en todo. Esa es la meta a la que debemos llegar. Y esa meta se encuentra en una sola dirección, y es yendo hacía ella, nunca en dirección contraria. Si vamos en dirección contraria a la meta, no llegaremos a ser como Cristo, seremos personas dominadas por nuestros malos deseos y como resultado de eso, encontraremos; en lugar de la vida, la muerte (Romanos 8:5,6).
Por eso urge que tengamos una vida que sea guiada por el Espíritu Santo (Gálatas 5:16-18,25). Que nuestra mente esté siendo controlada no por nuestros deseos, sino por el Espíritu para que podamos tener vida y paz (Romanos 8:6).
Así que con denuedo y perseverancia vamos adelante hacía la meta, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo en todo. Nuestro trabajo y esfuerzo no será en vano. Pablo, el apóstol, habiendo sido como Cristo, estaba seguro de su corona tras acabar su carrera, (1 Corintios 11:1; 1 Timoteo 4:7,8). Que también nosotros estemos seguros que nos aguarda nuestra corona de justicia al finalizar nuestra carrera.
Sin embargo, el Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo, expresó lamentablemente, que algunos, aunque iban corriendo muy bien la carrera, algo les impidió avanzar y seguir obedeciendo la verdad (Gálatas 5:7). Y ese algo, fue el error de los falsos maestros. Esto es una clara advertencia para nosotros hoy, y es que no solamente debemos despojarnos del pecado, sino también cuidar de nosotros mismos, para no dejarnos engañar por el error de quienes predican un evangelio diferente. El error enseñado por los falsos maestros, será el obstáculo que nos impida continuar corriendo muy bien la carrera que se nos ha puesto por delante, y que sigamos obedeciendo la verdad. El seguir la verdad salva, y recordemos que Jesús es la verdad (Juan 14:6). Sus enseñanzas nos llevan por la dirección correcta, hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:14).
Dios nos ayude en nuestro entendimiento de la verdad, y nos de sabiduría para que escojamos siempre lo mejor.